Holanda 2-1 BrasilBrasil ganaba 1-0 con gol de Robinho y le daba flor de paliza a Holanda, pero hubo un Naranjazo histórico en Port Elizabeth: Sneijder lo dio vuelta con dos goles en 15 minutos y mandó a la casa al Pentacampeón, que terminó con Felipe Melo expulsado y al filo de la goleada. En la Argentina se gritaron un poquito...
El centro cayó al área como tantos otros. Lo mandó Sneijder casi por inercia. Sin la fuerza ni la decisión ni la rosca que le metía en el Inter campeón de todo. Porque Holanda había perdido la fe, aunque faltaba mucho aún. Holanda era, una vez más, el versito del equipo que juega lindo pero mira las finales por televisión. Que Robben, que Van Persie, que el fantasma inalcanzable de Cruyff, de Van Basten, de Gullit, que…
Brasil lo esperaba sentado en una silla. Habían sido 52 minutos de dominio puro, de paliza futbolística, táctica y psicológica, de tiqui tiqui arriba y de tranqui tranqui abajo. Porque este Scratch de Dunga, hasta hoy, hasta las 12 y pico argentas, hasta las 17 y algo de Port Elizabeth, no sólo hacía estragos en ofensiva. Abajo, también te mataba. Y no se trataba sólo de sus magníficos laterales que pisaban el área y te ajusticiaban. Al fin, habían encontrado un sistema de juego sólido que permitía, sin ponerse colorado, defender con siete y como postre, ser recibido por Julio César, el mejor arquero del mundo. Claro, todo este castillo de arena se desmoronó. Hasta que Sneijder hizo llover.
Hizo llover un centro y desató una inundación. Las lágrimas comenzaron a aflorar. En Sudáfrica, en Río, en San Pablo, en Maluco Beleza… La tristeza no tuvo fin. JC, o melhor goleiro do mundo, salió a cortar ese bochazo obligado de Sneijder, Felipe Melo rozó la pelota en su trayectoria hacia el arco, lo terminó de confundir y… El espejo del fútbol mundial se rompió en mil pedazos. Aunque fuese simplemente el 1-1 parcial. Hasta ahí llegó Brasil. Se desmembró. Quedó groggy. Nocaut. Atontado. Jamás pudo soportar su propio error. Aunque luego, por lo visto, lo repitió. Bajó los brazos. Y ni que hablar con el segundo gol de Sneijder, con dos cabezazos en el área tras el centro de Robben y la peinadita Zubeldiana de Kuyt, con el 2-1 a falta de 23 minutos... Y con los brazos abajo, levantar la Copa se complica…
Dunga había sacado dos veces a Holanda del Mundial. En 1994, también vestidito de azul, y en 1998. Dicen que no hay dos sin tres pero… Estuvieron cerca. Y eso que Holanda, la primera selección europea en clasificar a Sudáfrica 2010, se estaba descascarando, como la Naranja misma. Se secaba. No tenía una gota de lujo ni de prestigio. Ese invicto de 23 partidos (18 triunfos y cinco empates, registrando la última derrota frente a Australia en Eindhoven, en septiembre 2008) parecía evaporarse. Encima debía ir por su quinta victoria al hilo en la Copa frente a un Brasil todopoderoso que sólo había perdido un partido en los últimos 30 juegos (y en la altura de La Paz, Bolivia), frente a Paraguay, por Eliminatorias, el 15 de junio de 2008… ¡Más de dos años!
Los holandeses, salvo los primeros dos partidos de un mano a mano ante Brasil que comenzó en 1963, en Amsterdam, venían cuesta abajo. Desde aquel triunfo, el segundo, en la segunda fase de Alemania 74, el Scratch llevaba siete juegos sin caídas frente a los Tulipanes. Pero la historia se prendió fuego aunque, de entrada, los fósforos los tenía la Verdeamarelha. Pudo haber sido peor. A los 9’, Felipe Melo, un habitual raspador, le metió al picante Robinho un pase a lo Bochini, a lo Román, a lo Alonso, a lo… A lo que vos quieras. Lo dejó solito ante una línea de cuatro que se durmió. El compañerito de Carlos Tevez en el Manchester City acomodó el derechazo sin pensar. Le dio como venía y dejó pagando a Stekelemburg. A partir de ahí, el juego se empezó a definir y dos admiradores del jogo bonito empezaron a darse como en la guerra. Con carpa, pero se sacudieron de lo lindo. El Fair Play podía esperar… ¿Cuántos goles más podía hacer Brasil? Dani Alves, Maicon, Kaká, creyeron tener una buena respuestas con sus intentos al hueso. Pero Stekelemburg tendría otros planes, aunque los diez de naranja que tenía adelante no colaboraban…
Sneijder era el hombre, sin dudas. Robben, morfón. Van Persie, lleno de hambre. A los 4’ del segundo tiempo, Wesley la agarró mordida… Tres minutos después, llegó el centro de la muerte. Brasil estaba abombado. Y así y todo, lo tuvo Dani Alves y también Kaká, a colocar. Sin embargo, no era el día de Brasil. Parecía más el día del Estudiantes de Zubeldía. Para muestra bastó un gol: córner de Robben, peinadita de Kuyt en el área chica y, también de cabeza, arremetida de Sneijder, ahora sin dudas de la autoría de su obra, para el 2-1 definitivo. ¿Cómo respondió el Scratch a semejante cachetazo? Con anarquía y con una tarjeta roja, cinco minutos después, a Felipe Melo por un feo pisotón a Robben, quien yacía en el pasto…
Los últimos trabajos de parto encontraron a Brasil perdido y a Dunga esperando cómo sería su recibimiento en el Galeao, en el Guarulhos, cómo lo trataría la prensa y el pueblo después de un golpe tan grosso, más allá del olor a injusticia que reinaba en el ambiente… Lucio, in extremis, metió una volea interesante; a Kaká lo postergó justito Ooijer, y también Stekelemburg debió ensuciarse un poco más tras un córner que pintaba olímpico. Luego Gilberto Silva, de cabeza, le perdonó la vida. Y no hubo mucho más. Aunque claro, Holanda sobre el descuento también pecó de generosidad. Llegó un momento en que no sabían si hacer tiempo, si tocar la pelotita, si meter el tercero, si…
El japonés Nishimura disipó las dudas con el pitazo final. Por segunda Copa del Mundo consecutiva, Brasil se quedaba afuera en cuartos de final. Parecía inconcebible que el pentacampeón mundial dejara Sudáfrica de esa manera. No habrá sido un Maracanazo ni el debut y despedida a manos españolas de 1934. Ya fue. Hasta aquí llegó el amor, Scratch. Holanda ya está entre los cuatro del mundo. Si se anima, irá por más. O sino también tendrá su revancha. Brasil 2014 será la próxima cita. A esa altura del partido, quién sabe cuántas piezas seguirán estoicas en el museo…
Uruguay 1 (4)-(2) 1 GhanaMuslera atajó dos penales y el Loco Abreu ¡la picó en el último! para meter a Uruguay en la semi ante Holanda. Fue drámático: la Celeste casi lo pierde en el último minuto del suplementario, pero Suárez manoteó la bola (vio la roja, claro) y Gyan reventó el travesaño...¿Será una exageración afirmar que todos sabían que Abreu iba a picar el último penal, menos los ghaneses? Fue otra muestra de insanidad del Loco más loco de este Mundial. Casi no había tocado la pelota desde que entró. Pero el destino le guardó un capítulo enorme. Lo pateó a lo Zidane en la final de 2006, aunque el recuerdo del cabezazo de Zizou haya tapado semejante genialidad. Picala y que no vuelva. Lo de Uruguay no rozó el milagro: directamente se zambulló de cuerpo entero en un final épico, inolvidable.
Porque el partido se iba a los penales hasta que, en el último minuto del tiempo suplementario, Gyan empujó una pelota que quedó flotando en el área chica. Suárez la sacó en la línea. El rebote lo cabeceó Adiyiah. Era gol. Suárez la manoteó. Penal y roja. Increíble. Gyan, quien no había fallado en sus dos ejecuciones en el Mundial, reventó el travesaño. Más increíble todavía.
Muslera fue el héroe de la definición al contener los remates de Mensah y Adiniah, los dos al mismo palo, su palo izquierdo, como Goyco en la definición ante Italia en el ’90. Entre uno y otro, Maxi Pereira pinchó una nube. Le tocaba a Abreu. La iba a picar. Lo sabía. Se sabía. Pero que esa decisión haya sido intuida, anticipada, no hace más que agigantarla. Kingson para un lado y la bola, flotadita, que vuela, que acaricia la red. Uruguay, este Uruguay que debió clasificarse después de un Repechaje, está en las semifinales de un Mundial después de 40 años. Es cierto, la llave lo ayudó. Pero venció a Corea del Sur con justicia. Y en un partido parejo, tuvo más temple que Ghana.
De poco sirve, ahora, recordar ese par de jugadas de los africanos en el primer tiempo. Ese frentazo de Boateng, uno de los más estéticos que se vieron en Sudáfrica 2010, apenas desviado. La pirueta de, otra vez, Boateng. El peligro que condensó Gyan. La bomba de Muntari que le hizo pagar un precio alto a Muslera por dar un paso de más hacia su derecha. Qué uruguayo ahora pensará en ese terceto de situaciones que desperdició Suárez en la segunda etapa. El gol de Forlán, de tiro libre, ya había empatado la historia. Entonces, era cuestión de ver qué más había en el arcón.
Y hubo un suplementario de piernas entumecidas y corazones palpitantes. Con un par de llegadas por aquí y otro par por allá. Hasta que llegó el manotazo de Suárez y el beso al travesaño de Muslera. Hasta que llegó la perla de Forlán. Hasta que lo que parecía el final, mutó para convertirse sólo en otro principio...
Argentina 0-4 AlemaniaArgentina chocó con la solidez alemana y se despidió del Mundial en cuartos, como hace cuatro años. Esta vez fue peor por la paliza. El gol de Müller a los dos minutos pegó fuerte, Diego no encontró respuestas y Klose liquidó el partido. Hasta acá llegamos...Sudor y lágrimas. Tristeza. Cuánta tristeza. La Selección afuera del Mundial, otra vez en cuartos de final. Con Maradona como técnico. Toda la ilusión al tacho de basura, ya fue. Qué sensación en el Green Point, qué sensaciones, qué dolor. Y no sólo por el resultado sino por cómo se dio, por cómo nos sacó Alemania. Fue una eliminación con paliza, lamentablemente una paliza histórica que empezó rapidito, con aquel error a los dos minutos de Otamendi que fue el primer mazazo, del 1-0. Desde temprano todo arrancó mal y casi nunca hubo serias chances de llegar al empate.
Maradona dijo que era un pecado cambiar y no cambió, quiso plantear un equipo ofensivo. Pero casualmente el que atacó, incluso hasta después del 1-0, fue Alemania. Como un equipo sudamericano, supo tener la pelota, supo ser horizontal y también vertical. Supo jugar como un equipo con grandes actuaciones individuales: bien Podolski complicando siempre por la derecha, certero Klose, inteligente Ozil para tener la pelota y terrible Schweinsteiger también, aquél que provocó en la previa.
Con el 0-1, Alemania tuvo varias situaciones para estirar la ventaja pero falló en la definición. Sólo en ese final del PT la Selección estuvo más cerca, más que nada merodeando el área rival, sin generar peligro real. Sin cambios en el segundo tiempo, fue en los primeros 15 cuando la Seleccíón se sintió más cerca del empate, con una Alemania que se metió muy cerca de su arquero. Igual, más allá de la presión, de la garra que le puso Mascherano en el medio, de las ganas de apretar, sólo la Selección llegó con tiros desde afuera que agarraron a un arquero muy seguro. No hubo ningún mano a mano, claro, casi ninguna para el famoso uhhhhhh en los 90 minutos.
Con Jagger (¿mufa vos?) en la tribuna, Alemania siempre dominó el partido. Siempre se supo superior y lo liquidó con el segundo gol, otra vez por el lado de Otamendi: gran jugada de Podolski y Klose, implacable, puso el 2-0. Qué carita la de Maradona, qué dolor el de todos. Messi siempre estuvo rodeado y no le salió casi ninguna, Di María no dio pie con bola hasta que cambió de punta, Pipita Higuaín estuvo desconectado y Tevez peleó contra el mundo. No se puede decir que se guardó nada la Selección, se dejó todo contra un equipo que lo pasó por arriba, que fue muy superior y que ganó en buena ley. La Argentina no fue un equipo, sino un conjunto de jugadores que con ganas intentó dar vuelta una historia contra un equipo que fue muchísimo más.
Ya casi rendido, exhausto, Alemania hizo lo que quiso. Llegó el tercero otra vez por la derecha y también el cuarto por la misma punta. Fue sudor y lágrimas lo de Argentina, con esa carita desconsolada de Maradona, abrazándose con sus hijas y consolando jugadores. Lágrimas de Messi, de Heinze, de Tevez, de Burdisso... De todos.
España 1-0 ParaguayDavid Villa la metió con suspenso y España avanzó a la semi. Antes hubo show de penales: Casillas se lo sacó a Tacuara Cardozo y Villar atajó ante Xabi Alonso. Paraguay dio todo.“En un Mundial un error te manda de vuelta…” Frase célebre en el fútbol que no deja de comprobarse en cada Copa del Mundo. Paraguay puede dar fe de eso y el propio Tacuara Cardozo lo sintió en carne propia. Es que el delantero paraguayo tuvo en sus pies la chance de aplicarle un golpe casi de KO a una España que estaba confundida y no podía entrarle a una defensa férrea y muy concentrada. Pero el penal del delantero murió en las manos de Casillas y con él gran parte de las chances de Paraguay de llegar a una histórica semifinal. Es cierto que después Villar le devolvió la vida cuando le contuvo el penal a Xabi Alonso, pero cuando perdonás a los grandes equipos…
Paraguay jugó un partido perfecto hasta ese gol de Villa. Martino meditó y diagramó el encuentro pensando que enfrente estaba una de las mejores selecciones. Jugó con Cardozo como único hombre de punta. Le pobló la mitad de la cancha y, lejos de refugiarse, salió a pelearle el partido en territorio español. Así, llegó en varias ocasiones con tres o cuatros hombres en posición de gol al área de Casillas. Lo perdió Tacuara en dos oportunidades, se lo anularon a Haedo Valdez (bien anulado por posición adelantada de Cardozo), mientras que la selección europea apenas dispuso de un par de centros. Fue claro el dominio guaraní en esa primera mitad, pero le faltó contundencia para irse en ventaja.
El predominio y la tendencia se mantuvo en el complemento. Tal vez bajó un poco la presión paraguaya producto de una merma física, pero en cada contra que sacaba la selección de Martino, le llevaba peligro al área de Casillas. España nunca se sintió cómoda con el partido. La presión que ejerció Paraguay sorprendió a los jugadores, pero Casillas le dio vida con su penal atajado, y la calidad de Villa hizo el resto. La Furia ya está en semifinales. Ahora deberá mostrarle al mundo que todas las expectativas que había alrededor de sus jugadores no fueron en vano. Se metió entre las cuatro mejores y ya igualó su mejor posición en un Mundial. Sin embargo para quedar en la historia deberá superar a Alemania y jugar por primera vez una final del Mundo. Paraguay se va de Sudáfrica con la frente bien en alto. Hizo su mejor Copa y Martino dejó los cimientos bien firmes para seguir construyendo un futuro con muchas más alegrías.
Fuente: Olé